Desde tiempos del Imperio Romano que se venían desarrollando los llamados fórceps obstétricos que se habían elaborado de bandas de cuero blando o de hueso de ballena. Estos instrumentos se habían aplicado solamente para extraer niños muertos y evitar así las septicemias en las pacientes, así lo entendió el médico francés, Ambrosio Paré, quien a mediados del siglo XVI, describió y utilizó fórceps curvados para coger niños muertos del útero.
No es hasta 1598 que Peter Chamberlen inventó un fórceps aplicado para el nacimiento de niños. Este instrumento permaneció oculto por su familia por más de 150 años, debido a las restricciones de la época.
“El fórceps tenía un clarividente diseño y las dos hojas podían ser separadas en el punto en que se cruzaban una con otra. Esto permitía la introducción separada de cada una de las ramas en el interior de la pelvis. El punto de unión podía ser entonces fijado y así permitía la extracción de la cabeza fetal del interior de la pelvis”
(Historia de la Ginecología y Obstetricia, M. O. Dowd y E. Philipp, 1995)
En Chile es el médico francés Lorenzo Sazié que en 1834 llega a hacerse cargo de la Escuela de Obstetricia de nuestro país, donde aplica, por primera vez, estos instrumentos quirúrgicos.
“Fue indiscutiblemente el primer cirujano de su época. A él se le deben las primeras aplicaciones de fórceps en el país y la difusión de su empleo; él fue quien usó por primera vez entre nosotros el espéculo vaginal y quién práctico por primera vez la traqueotomía en compañía del doctor Torres y divulgó los sistemas de exploración de la escuela francesa preconizados por Laennec.” (Historia del Hospital San Juan de Dios de Santiago, Enrique Laval, 1949).